sábado, 31 de enero de 2009

Para retomar mis historias

Como siempre, dedicada a ti...


Una caminata en el bosque


Siempre fui muy obstinado para darme cuenta si una situación era insalvable. Recuerdo que desde niño todo lo que sabia me había sido inculcado dentro del grupo. Mi vida –por así decirlo- le pertenecía a la orden de los Protectores. A todos se nos enseñó de la misma manera, los mismos principios y la misma lógica de ver el mundo.

Al comienzo todo me parecía bien y “normal”, pero conforme fui creciendo comencé a ver las cosas de una manera diferente. Todavía creía en nuestra misión, pero muchas de las concepciones de la realidad que tenia ya no las compartía con la misma vehemencia que mis “hermanos” -o sin ir tan lejos- que cuando era más joven. Dentro de su inmensidad, nuestro mundo era muy pequeño.

Todos los terceros días del ciclo lunar pulíamos nuestras habilidades físicas y mentales en enfrentamientos amistosos. En estas situaciones mis pensamientos eran encontrados, sabía de la utilidad de estos ejercicios, pero mi mente divagaba y se preguntaba si no había algo más. Uno de esos días, estaba entrenando con tres de mis hermanos en las afueras del bosque junto a uno de los afluentes del gran mar. En esa oportunidad con la excusa de querer alejarme para meditar, me sumergí en el bosque. Permanecí dos horas caminando sin rumbo fijo hasta que encontré una pequeña población. Las casas era escasas y se encontraban muy cerca, unas de otras. Los hombres se dedicaban a la recolección de todo tipo de frutos que pudieran encontrar. Su vida era aparentemente simple y sin muchas preocupaciones externas, algo como lo que yo deseaba. Pero por el momento -y quizás para siempre- solo podía observar.

Pasó un tiempo en el que sólo me dedicaba a ir y visitar esa villa. En los momentos que podía, hablaba con los habitantes. No fue algo fácil, debido a mi status de aspirante a protector, se me miraba con cierto recelo y las conversaciones eran más que nada esporádicas. Todo era así, hasta que la conocí.

Recuerdo ese día con el olor de las memorias empolvadas. Como un evento que sigue siendo tal pero que con el pasar de los años se vuelve aun más preciado. Al final de cuentas todos los días que vivimos pueden parecer lo mismo pero sólo cuando regresamos por alguien a un momento en el tiempo, a un comienzo, sólo posible de ver en forma retrospectiva, es de la forma que los azares se cargan con el peso de lo vivido.

Ese día –como estilaba- me separé de mis compañeros y me dirigí al poblado. Fue así como vi a una joven que se trepaba en uno de los arboles como queriendo atrapar algo. Me llamó poderosamente la atención que su apariencia mostraba una extraña mezcla de delicadeza y arrojo. Me acerqué y pude divisar que lo que trataba de asir era un pañuelo azul que posiblemente con el viento había terminado en ese lugar.

Me percaté que pese a su arrojo, no aguantaría mucho tiempo en las frágiles ramas. Así que me coloqué cerca, en el caso de que fuera necesario socorrerla. No pasaron muchos minutos, cuando cayó intempestivamente y la atrapé en pleno camino hacia el suelo. Como era lógico estaba bastante asustada por la situación. Traté en la medida de lo posible de tranquilizarla e hice que se pusiera en pie.

Cuando el susto pasó, me presenté y ella me dijo su nombre –el que hasta ahora tengo enraizado en mi ser. Me parece curioso como pasan las cosas. Por ese breve momento de peligro y como consecuencia de mi presencia nos volvimos amigos rápidamente. La razón de mis visitas a la villa habían pasado de ser un escape de mi parametrada realidad a estar con ella el máximo tiempo posible. Se podía decir que con ella comprendí –esta vez- con total certeza que mi vida antes de conocerla no había sido más que un devenir...

Pasaron algunos meses de visitas furtivas, nuestra relación se había vuelto más fuerte. Aprendí a apreciar su compañía y ella la mía. Caminábamos y hablábamos de casi cualquier tema. Nos inquietaban nuestros diferentes orígenes. Su voz y verla era lo único que me brindaba felicidad.

Pero había un peligro. Dentro de la orden, se nos permitía contactarnos con extraños pero sólo por momentos breves. Si alguien se enteraba de mis visitas y de mi amistad con ella, las consecuencias serían desastrosas.

Un día mis miedos se volvieron terriblemente cercanos cuando inadvertidamente me siguieron. Cuando regresé a encontrarme con los demás me amenazaron con divulgar lo que estaba haciendo y ponerme en evidencia ante los mayores. Por ello prometí, no regresar nunca... Al menos eso fue los que les dije. Toda esa noche pensé en esos meses, en las cosas que habían cambiado en mí. En la importancia que tenía ahora tomar mi propio camino, mis propias decisiones. Y principalmente, en ella. Al día siguiente me escapé. Mi pasado y el legado que se me había inculcado desde niño, ya no me interesaban.

Mientras me dirigía a encontrarla, muchas cosas rondaban mi cabeza. Sentía que lo que hacía era lo correcto, pero eso no alejaba el miedo de mí, de enfrentarme a todo y todos. Pese a ello, la figura recurrente en mí, era la suya. Tenía que apresurarme...

Cuando llegué a la villa, me tomó sólo algunos momentos encontrarla. Conocía bien sus pasos, como ella los míos. Vi su rostro de alegría y ella se percató de la mezcla de emociones en el mío. Le conté lo que había acaecido y que quería escaparme con ella. La idea siempre estuvo dando vueltas, pero esta vez quedo quieta entre los dos. Y decidió acogerla.

Sacó algunas cosas que le eran valiosas y emprendimos nuestro camino. Muy claros de donde ir no estábamos, pero sí de donde y cómo no queríamos estar.

Lamentablemente no me dejarían ir tan fácilmente. No caminamos demasiado cuando tres de mis –desde ese momento- ex hermanos nos cerraron el paso. Se me increpó haberme olvidado de mis juramentos y motivos, y que me había convertido en un agente de conflicto. Que mi insurrección sólo podría ser acallada si mi voz no hablase de nuevo.

Les dije que se apartaran, que mi vida y mis problemas eran sólo míos, de nadie más. Y que mi vida estaba con ella. Pero hicieron caso omiso de mis palabras y nos atacaron. Pude ponerla a buen recaudo y los enfrenté. ¿Quién hubiera podido pensar que parte de lo que aprendí lo terminaría usando en su contra? En otras circunstancias y contra otras personas, de seguro que los ancianos hubieran estado orgullosos de mí. Pero ese día, no.

Ella observaba a una distancia segura. Su mirada sobre mí, me daba más fuerzas para continuar. No permitiría que nadie la tocara. Pude vencer a dos de ellos con mis técnicas. Difícilmente me sostenía en pie contra el último de nuestros atacantes. Se elevó por uno de los árboles y lanzó un último golpe de viento sobre mí, que pude repeler y regresar con su misma fuerza, derribándolo. Ella se acercó alegre hacia mí, me ayudó a incorporarme y comenzamos a avanzar. Todo parecía haber pasado, cuando por la espalda sentimos una potente ráfaga que nos lanzó al suelo, de reojo pude ver que fue el último suspiro de uno de ellos.

Pasaron algunos minutos y recobré la conciencia. La busqué con la mirada y vi como estaba gravemente herida, pero viva. No podía moverla, pero hice todo lo posible para estabilizarla dentro de un campo almático. Me tragué mi dolor y fui lo más rápido que pude a buscar un curandero. Cuando la revisaron. El pronóstico no era bueno...

Debía de haber una manera. Alguna forma de curarla. La que sea para que se quedará aquí conmigo. ¡La que sea! Quizás había una...

Regresé al refugio donde crecí. Debía ser muy cuidadoso, aunque los que me atacaron ya no eran más. Era muy posible que no fuesen los únicos obstáculos. En el refugio, existía un lugar especial, detrás de la Cámara Central. Ahí se encontraba el más grande tesoro. El Gran Cristal de Dios. Si tan sólo lo pudiese llevar donde estaba ella, su energía sería capaz de curarla. El Cristal se encuentra dentro de una urna. En la gran puerta antes de la Cámara, siempre hay dos guardias apostados las 24 horas. Me escabullí hasta ese lugar, no por nada toda mi vida se había desarrollado entre esos corredores, a final de cuentas, nunca el peligro se consideró interno. Los guardias me vieron y me preguntaron por mis intenciones, los traté de engañar diciendo que venía por solicitud de uno de los maestros, pero no me creyeron. Los ataqué y penetré la habitación, mientras luchaba con uno de ellos, el otro escapó y fue por ayuda. Pude ver el Cristal al alcance de mis manos, pero sabía que pronto me vería rodeado, ya sentía los pasos aproximarse. Llevármelo ahora, sería prácticamente imposible. Lancé contra la pared al guardia y cogí mi espada y con todo lo que me quedaba -y mi fe- le hice un pequeño corte al Cristal. Y cogí el fragmento con el que a duras penas escapé para nunca más volver.

Cuando llegué junto a ella, coloqué el cristal en su pecho. Y tomé sus manos. Pero ya era muy tarde. Se despertó brevemente y me miró a los ojos diciéndome: “Sabía que volverías para estar conmigo”. Yo le respondí que nunca me alejaría de ella, a lo que respondió “Lo sé, ni yo de ti”. Y cerró los ojos... Ese momento nunca se borrará de mi mente, cuando ella se fue, pero tampoco los momentos de felicidad que viví con ella, cuando me hizo ver y sentir que ni mi vida tenía que ser prefijada, ni la suya, y que por ese tiempo, todo fue perfecto...
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Es una bonita historia, amigo, pero aunque suene cruel, ella ya no está contigo. ¿Por qué me querías contar esto?

Gracias por escuchar todo lo que tenía que decir, Beralios. Pero, eso es lo que crees tú, no todo es lo que parece, ella nunca se ha alejado de mí, desde que la conocí siempre me ha acompañado, desde ese día -hace ya tanto tiempo- ha viajado conmigo. Ella abrió mis ojos, me hizo ver todas las posibilidades. Sin ella mi vida no habría sido nada. Aunque no esté físicamente conmigo, su espíritu está dentro de mí. El primer día que me dio una sonrisa, mi camino se dirigió a otros senderos. Y sé que la veré de nuevo, de eso estoy completamente seguro, su nombre está grabado en mi corazón...Su voz en mis oídos, y hasta ahora, cuando veo las estrellas, recuerdo como era observarlas con ella a mi lado, en esas caminatas por el bosque en que la vida parecía tan simple... y tan bella. Mi alma la encontrará, tarde o temprano, para vivir con ella lo que nos faltó. En el lugar donde todos los ríos se mezclan en el mar.

Quiero que hagas algo por mí y por ella (sacando un cristal de una pequeña bolsa). Quiero que le des esto a mi hijo cuando sea mayor y pueda entender, lo acompañará y ayudará por nosotros dos.

Como lo desees.

Gracias, Beralios, sabía que podía contar contigo.

Afuera de la pequeña habitación en que las dos personas estaban, ya por varias horas, se encuentra un niño jugando.

Como que mi nombre es Beralios, le daré de tu parte este Prisma a Cyd...


Fin...


No, no es el fin.... Recién es el principio.
Ahora a reconstruir todo, a recomenzar el viaje....

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2 comentarios:

  1. Me parece muy chévere como narras maldito, esperaré las sgts así como los comics de Pure21 jejeje.

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  2. aunque ya lo habia leido antes, igual me intriga saber que pasa luego...asi ke ya no te hagas de rogar y publica la next!

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