En sólo unos días los discípulos del Maestro se enfrentarán a Nevus. Es en realidad una batalla que ha sido postergada por años. Un enfrentamiento que el Maestro quiso que nunca se diera.
¿Acaso por cobardía?
De ninguna manera, lo que siempre pasó por su mente fue evitar una desgracia mucho mayor. Pero ahora no hay otra salida. Después de los actos de Wyx y la destrucción de su “hogar temporal” Nevus se ha convertido en alguien mucho más peligroso, si a eso le sumamos que tiene el cristal faltante en su posesión…
…Ni tan siquiera quiere imaginar lo que puede pasar si abre la habitación...
Xorich siempre ha estado al lado de su hermano -el Maestro- y sabe que la lucha que se avecina es quizás la más importante de su vida. Y que ahora deberá ser no sólo su hermano, sino su mayor apoyo.
Pero, entonces si hay tanto en juego, ¿por qué piensa tanto en ella?
Ni Xorich lo sabe, pensaba que esa herida ya había cerrado, que el tiempo ya la había curado y borrado para siempre.
Es que hay personas que te acompañan toda tu vida y no significan mucho y otras aparecen sólo unos minutos, un instante y significan todo.
Desde que la conoció ella fue todo para él. Y ahora existe una gran posibilidad de que la vuelva a ver. Y cómo reaccionará lo aterra…
Su nombre era Faia y a simple vista no era nada extraordinariamente especial, muy probablemente ni siquiera ameritaba una segunda observación. Pero Xorich recuerda muy bien la primera vez que la vio.
Ella era parte del grupo de una de las religiones más importante del reino y como parte de ese culto tenía responsabilidades muy estrictas. Entre estas, tenía que ir una vez a la semana a uno de los templos del norte, en la ciudad de Vayard. Coincidentemente donde vivía Xorich en esa época.
Era el segundo día, del segundo mes de la celebración principal de Prakit y ella estaba encargada de la ofrenda. Xorich nunca fue muy religioso (menos aún de los rituales para Prakit ya que la consideraba una divinidad decadente). Pero ese día, acompañó a su hermano que -como uno de los Maldek principales- siempre participaba de todas las actividades.
En el momento que la vio, lo cautivo de inmediato. Ese día lo único que hizo - inadvertidamente para ella- fue seguir cada uno de sus pasos. Xorich pese a su aire de autosuficiencia siempre fue muy tímido y reservado por lo que no se atrevió a dirigirle la palabra.
Cuando el día acababa se dio algo que no esperaba. En una de las preparaciones finales, ella cometió un error y uno de los guardias de su séquito se lo reprochó con un agresivo empujón que la tiró al suelo.
Xorich al observar esto no pudo contenerse y se abalanzó sobre el sujeto al que rápidamente dejó inconsciente y lo pudo haber hasta matado si su hermano no lo detenía. Podía ser callado, pero sus acciones hablaban más y no dejaría que nadie la tocara. Faia al ver esto se sintió avergonzada y se fue corriendo. Ese evento le trajo muchos problemas a los dos por diferentes motivos…
A Xorich se le prohibió acercarse al templo hasta que acabarán todas las festividades (que durarían aún 3 meses).
Y Faia fue relegada a actividades de menor importancia en los asuntos de su secta hasta que acabaran los ritos.
El castigo que recibieron fue a la larga una suerte de bendición ya que la siguiente vez que Faia debía ir, Xorich estaba fuera del templo esperándola. Ella al no tener que realizar nada importante estaba consecuentemente poco vigilada, lo que Xorich aprovecho para –armándose de todo el valor que tenía- hablarle y presentarse. Su cálida sonrisa al conocerlo oficialmente lo acompañaría todos los años venideros.
Desde ese día, Xorich vio cada semana (y a escondidas de todos) a Faia. Su relación era incierta –por decir lo menos. En un principio todo fue de alguna manera “divertido”, pero poco a poco se convirtió en algo muy peligroso para los dos. Si eran descubiertos, era muy posible que a ella lo alejaran de él (por la misma razón de cómo se conocieron) o algo peor.
Pero en su cabeza, lo único que importaba era verla un día más…
Nada de lo que imaginaron que podría desencadenar dificultades fue lo que al final ocurrió. Llegó el momento en que los problemas de los dos ya no eran el asunto principal. Cuando el hermano de Xorich se enteró del complot de Nevus de derrocar al Maldek principal y usurpar su lugar. Movimiento que automáticamente lo volvería el Señor de todo.
Pero ya era muy tarde y Nevus tenía todo muy bien preparado. Cuando llevó a cabo sus planes encontró en los dos a muy buenos chivos expiatorios.
La noche del asesinato, Xorich tuvo que escapar con su hermano por temor a las represalias. En su huída fue a buscar a Faia para decirle que se fuera con ellos.
Felizmente la pudo encontrar, pero la respuesta que ella le dio no era la que esperaba.
Ella no quería irse, lo quería, pero no como para dejar toda la vida que conocía, todo lo que era, todo lo que había hecho y lo que faltaba por hacer. El corazón de Xorich se rompió ese día, pero en ese instante no atinó a decir nada más por el apuro de escapar.
En las semanas posteriores sus gestos y sus palabras (y los de ella) se repetirían mil veces en su mente.
¿Pudo hacer algo más? ¿Hacer algo distinto para convencerla que su lugar estaba a su lado? ¿Realmente lo quiso?
Esas ideas nuevamente retumban en él todos estos años después…
Ahora regresa a su tierra de origen, esta vez no solo con su hermano, sino con los amigos que los Dioses -en los que nunca creyó- le dieron la oportunidad de conocer y apreciar.
Regresa para hacer lo que hace años no pudo, enfrentar a Nevus y hacerle pagar por la vida que indirectamente le arrebató.
Por alejarla de ella y de su sonrisa…
¿Acaso por cobardía?
De ninguna manera, lo que siempre pasó por su mente fue evitar una desgracia mucho mayor. Pero ahora no hay otra salida. Después de los actos de Wyx y la destrucción de su “hogar temporal” Nevus se ha convertido en alguien mucho más peligroso, si a eso le sumamos que tiene el cristal faltante en su posesión…
…Ni tan siquiera quiere imaginar lo que puede pasar si abre la habitación...
Xorich siempre ha estado al lado de su hermano -el Maestro- y sabe que la lucha que se avecina es quizás la más importante de su vida. Y que ahora deberá ser no sólo su hermano, sino su mayor apoyo.
Pero, entonces si hay tanto en juego, ¿por qué piensa tanto en ella?
Ni Xorich lo sabe, pensaba que esa herida ya había cerrado, que el tiempo ya la había curado y borrado para siempre.
Es que hay personas que te acompañan toda tu vida y no significan mucho y otras aparecen sólo unos minutos, un instante y significan todo.
Desde que la conoció ella fue todo para él. Y ahora existe una gran posibilidad de que la vuelva a ver. Y cómo reaccionará lo aterra…
Su nombre era Faia y a simple vista no era nada extraordinariamente especial, muy probablemente ni siquiera ameritaba una segunda observación. Pero Xorich recuerda muy bien la primera vez que la vio.
Ella era parte del grupo de una de las religiones más importante del reino y como parte de ese culto tenía responsabilidades muy estrictas. Entre estas, tenía que ir una vez a la semana a uno de los templos del norte, en la ciudad de Vayard. Coincidentemente donde vivía Xorich en esa época.
Era el segundo día, del segundo mes de la celebración principal de Prakit y ella estaba encargada de la ofrenda. Xorich nunca fue muy religioso (menos aún de los rituales para Prakit ya que la consideraba una divinidad decadente). Pero ese día, acompañó a su hermano que -como uno de los Maldek principales- siempre participaba de todas las actividades.
En el momento que la vio, lo cautivo de inmediato. Ese día lo único que hizo - inadvertidamente para ella- fue seguir cada uno de sus pasos. Xorich pese a su aire de autosuficiencia siempre fue muy tímido y reservado por lo que no se atrevió a dirigirle la palabra.
Cuando el día acababa se dio algo que no esperaba. En una de las preparaciones finales, ella cometió un error y uno de los guardias de su séquito se lo reprochó con un agresivo empujón que la tiró al suelo.
Xorich al observar esto no pudo contenerse y se abalanzó sobre el sujeto al que rápidamente dejó inconsciente y lo pudo haber hasta matado si su hermano no lo detenía. Podía ser callado, pero sus acciones hablaban más y no dejaría que nadie la tocara. Faia al ver esto se sintió avergonzada y se fue corriendo. Ese evento le trajo muchos problemas a los dos por diferentes motivos…
A Xorich se le prohibió acercarse al templo hasta que acabarán todas las festividades (que durarían aún 3 meses).
Y Faia fue relegada a actividades de menor importancia en los asuntos de su secta hasta que acabaran los ritos.
El castigo que recibieron fue a la larga una suerte de bendición ya que la siguiente vez que Faia debía ir, Xorich estaba fuera del templo esperándola. Ella al no tener que realizar nada importante estaba consecuentemente poco vigilada, lo que Xorich aprovecho para –armándose de todo el valor que tenía- hablarle y presentarse. Su cálida sonrisa al conocerlo oficialmente lo acompañaría todos los años venideros.
Desde ese día, Xorich vio cada semana (y a escondidas de todos) a Faia. Su relación era incierta –por decir lo menos. En un principio todo fue de alguna manera “divertido”, pero poco a poco se convirtió en algo muy peligroso para los dos. Si eran descubiertos, era muy posible que a ella lo alejaran de él (por la misma razón de cómo se conocieron) o algo peor.
Pero en su cabeza, lo único que importaba era verla un día más…
Nada de lo que imaginaron que podría desencadenar dificultades fue lo que al final ocurrió. Llegó el momento en que los problemas de los dos ya no eran el asunto principal. Cuando el hermano de Xorich se enteró del complot de Nevus de derrocar al Maldek principal y usurpar su lugar. Movimiento que automáticamente lo volvería el Señor de todo.
Pero ya era muy tarde y Nevus tenía todo muy bien preparado. Cuando llevó a cabo sus planes encontró en los dos a muy buenos chivos expiatorios.
La noche del asesinato, Xorich tuvo que escapar con su hermano por temor a las represalias. En su huída fue a buscar a Faia para decirle que se fuera con ellos.
Felizmente la pudo encontrar, pero la respuesta que ella le dio no era la que esperaba.
Ella no quería irse, lo quería, pero no como para dejar toda la vida que conocía, todo lo que era, todo lo que había hecho y lo que faltaba por hacer. El corazón de Xorich se rompió ese día, pero en ese instante no atinó a decir nada más por el apuro de escapar.
En las semanas posteriores sus gestos y sus palabras (y los de ella) se repetirían mil veces en su mente.
¿Pudo hacer algo más? ¿Hacer algo distinto para convencerla que su lugar estaba a su lado? ¿Realmente lo quiso?
Esas ideas nuevamente retumban en él todos estos años después…
Ahora regresa a su tierra de origen, esta vez no solo con su hermano, sino con los amigos que los Dioses -en los que nunca creyó- le dieron la oportunidad de conocer y apreciar.
Regresa para hacer lo que hace años no pudo, enfrentar a Nevus y hacerle pagar por la vida que indirectamente le arrebató.
Por alejarla de ella y de su sonrisa…